25 enero, 2010

A tiempo...


Este fin de semana pensé en el porqué insisto en realizar mis deseos, en buscar siempre una satisfacción personal para llenar mis ansias de distracción. Reuniones, convivencias con amigos, una bebida rica, una botana más, que mis hijas convivan. En pocas palabras salir de la rutina. Y ante un nuevo día un nuevo deseo para sentirme feliz.

Siempre he sabido que cumplir este deseo me trae consecuencias. Sin enlistarlas, una es mi no-descanso, no paro de estar haciendo algo y con ella otro bonche de cosas que dejo de hacer por concederme estos deseos.

Hoy encontré esta reflexión de Luca Franceschi dirige Dianova, una ONG internacional de apoyo, reinserción y reeducación de colectivos desfavorecidos sobre qué falta le falta a nuestra forma de vivir hoy día.

"Se necesita identificar otros indicadores que no se resuman en un PIB, indicadores que sepan medir calidad de desarrollo por encima de la cantidad. Todos nosotros, como personas y ciudadanos, sentimos en nuestro interior que algo está fallando. La velocidad en la que vivimos, donde todo es rápidamente descartable, incluidas las personas, los afectos, las relaciones es una señal de ello. Somos consumidores y cuanto más consumimos, más vacíos e insatisfechos nos sentimos. Con frecuencia nos refugiamos en soluciones químicas, ansiolíticos y otros productos, que hoy más que satisfacer necesidades, son concebidos sólo para mantenernos en constante situación de deseo. Podría ser que después de tantos años de estimulación y presión para consumir, el deseo vive una especie de atrofia que está conduciendo, empujando cada vez más, a muchas personas a utilizar estimulantes y otras sustancias".


"Para los que no tienen medios para participar en el festín del hiperconsumo aparece a menudo un vacío y un sentimiento de inutilidad que lleva a una clausura emocional y social, que como una centrifugadora nos expulsa de su corazón para enviarnos siempre más lejos, a los confines".

"La humanidad necesita de un proyecto innovador, un nuevo paradigma que nos ayude a salir de la burbuja del crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos. Una nueva visión que nos ayude a levantar la cabeza y que abarque en el largo plazo la sostenibilidad en el más amplio concepto. Una nueva educación y el redescubrimiento de la importancia de los valores que permita transmitir sentido a las futuras generaciones, sobre todo sentido de pertenencia a la humanidad, como una gran familia con intereses comunes, donde la colaboración sea mucho más importante que la competitividad". (http://www.inteligenciaemocionalysocial.com/151/uncategorized/la-crisis-de-la-desproporcion)

¿Entonces, hacia dónde quiero que vaya mi proyecto global de familia, mi proyecto global dentro de mi familia, y de mi comunidad?.


1 comentario:

Rafa Martínez dijo...

Supongo que se desarrolla como los mejores proyectos: pequeños avances logrando metas alcanzables.
Hasta esos satisfactores que uno se dan, son productivos, ya que hasta la contentez se contagia. Si tu satisfactor es/fue exitoso, pues estarás contento. Y ese modus vivendi ayuda a los demás a estar contento. Y contento se es más creativo que no-contento (exceptuando algunos casos). Ese es el medio, que habrá de llevarte a tu fin.